Después de un intenso fin de semana conileño, en el que todos fuimos Carmelos, y tras una semana extraña por avatares de la vida, recibo unos correos del ilustre miembro de esta Sociedad, D. Javier Cano, en los que entre arcos y triunfos dejaba constancia de una serie de experiencias enológicas, gastronómicas y vitolfílicas, de ámbito “internasioná”. Yo pensaba que se había quedado con ganas de más y quería insistentemente que volviera al Hostalito que regenta, pero no, lo que me estaba diciendo es que mejor me vaya a probar vino allá donde se pegaron las tres voces, que se está “mu” requetebien…
En fin, reproduzco fielmente uno de los textos, no apócrifo sino real y bien constatado, que me envió tan insigne viajero y socio. Allá vá:
“En otra encomienda del presidente sobre una comparativa de tintos del mundo aprovechando el viaje al norte de Europa sometí el gaznate a la dura prueba de baremar la pelea entre un catalán, griego, un argentino, un australiano y un gaditano-andaluz.
(si lo hubiera contado de otra manera parecería un chiste,... iba un catalán, un griego, un argentino...)
El catalán (Manso de Velasco), como su nombre indica manso y además catalán HALA MADRID, un 6.
El griego (Odé) de sabor poco afrutado mantiene hasta la última gota su frescura y tono amargo, un 7.
El australiano (Jacob´s Creek), sorprende, para catalogarlo como clásico, bueno, bueno, un 8.
El argentino (Norton), casi insuperable, fijaros que las vides malbec están plantadas en los Andes a más de 1.200 metros de altitud sobre el nivel del mar, y el caldo es superior algo así como entre un buenísimo Ribera del Duero y Borgoña, un 9 para no ponerle un 10.
El gaditano (Fine Tempo) para empezar decir que hay que tener agallas (el autor no usa literalmente este vocablo en el original. N del T) para intentar compararlo con los demás pero si el presidente lo manda aquí estamos los del club (para comé, bebé y fumar), un vino etiquetado de Zahara de la Sierra, a la vera de la bodega del Taberner. Es un vino de autor, sin comercializar, medalla de plata del año 2011 , del que su enólogo reconoce que está madurado en cuevas de la Sierra. Al descorche el vino parece un priorato, (como apunta nuestro experto sumiller D. Guille), pero después abre y cambia a regustos insospechados, deslumbrantes y muy agradables. Hay que ponerle un pero: el corcho es una hez (el autor taaampoco usa literalmente esta palabra en el original. N del T) por lo que no podemos comprar cajas y cajas para guardarlas en nuestras magníficas bodegas porque seguro que se estropea, (tironazo de orejas para el empresario, quien seguro que lo cambia y nos lo podrá exponer en persona en la cata que nos han prometido), calificación, un 9.”
Javier Cano
Tío Matt, el viajero
En fin, reproduzco fielmente uno de los textos, no apócrifo sino real y bien constatado, que me envió tan insigne viajero y socio. Allá vá:
“En otra encomienda del presidente sobre una comparativa de tintos del mundo aprovechando el viaje al norte de Europa sometí el gaznate a la dura prueba de baremar la pelea entre un catalán, griego, un argentino, un australiano y un gaditano-andaluz.
(si lo hubiera contado de otra manera parecería un chiste,... iba un catalán, un griego, un argentino...)
El catalán (Manso de Velasco), como su nombre indica manso y además catalán HALA MADRID, un 6.
El griego (Odé) de sabor poco afrutado mantiene hasta la última gota su frescura y tono amargo, un 7.
El australiano (Jacob´s Creek), sorprende, para catalogarlo como clásico, bueno, bueno, un 8.
El argentino (Norton), casi insuperable, fijaros que las vides malbec están plantadas en los Andes a más de 1.200 metros de altitud sobre el nivel del mar, y el caldo es superior algo así como entre un buenísimo Ribera del Duero y Borgoña, un 9 para no ponerle un 10.
El gaditano (Fine Tempo) para empezar decir que hay que tener agallas (el autor no usa literalmente este vocablo en el original. N del T) para intentar compararlo con los demás pero si el presidente lo manda aquí estamos los del club (para comé, bebé y fumar), un vino etiquetado de Zahara de la Sierra, a la vera de la bodega del Taberner. Es un vino de autor, sin comercializar, medalla de plata del año 2011 , del que su enólogo reconoce que está madurado en cuevas de la Sierra. Al descorche el vino parece un priorato, (como apunta nuestro experto sumiller D. Guille), pero después abre y cambia a regustos insospechados, deslumbrantes y muy agradables. Hay que ponerle un pero: el corcho es una hez (el autor taaampoco usa literalmente esta palabra en el original. N del T) por lo que no podemos comprar cajas y cajas para guardarlas en nuestras magníficas bodegas porque seguro que se estropea, (tironazo de orejas para el empresario, quien seguro que lo cambia y nos lo podrá exponer en persona en la cata que nos han prometido), calificación, un 9.”
Javier Cano
Tío Matt, el viajero
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