martes, 17 de marzo de 2015

EN EL AMOR, DA IGUAL NABO QUE COLIFLOR


RESTAURANTE JUAN ANTONIO
Avda. de la Paz, 31
(Valdelagrana)
El Puerto de Santa MAría
956562424

2 DAYS BEFORE

Con la excusa de reservar y conocer el local, nos dirigimos tres de los ilustres miembros de esta Sociedad a Valdelagrana en busca de un Restaurante del que todos teníamos referencias de una u otra forma, pero que solo había sido visitado por uno de nosotros. Personalmente había leído un artículo en "Cosas de Comé" sobre uno de los platos representativos de su cocina que, a la postre que no de postre, resultó ser un invento fantástico que agradó hasta a aquellos que ponían carita rara cuando lo comentábamos.

En fin, como digo, llegamos al lugar donde previsiblemente nos darían de comer días más tarde y procedimos a degustar una espumosa con un platito de chorizo picante invitación de la casa, el chorizo. Saciada nuestra sed preguntamos por Juan Antonio, que aunque creíamos haberle reconocido, no queríamos arriesgarnos a sorprender a un parroquiano con una reserva para ocho... ya imaginábamos al pobre cliente pelando papas el viernes tempranito.

Juan Antonio nos recibió como si nos estuviera esperando, rápidamente hicimos migas, de las de buen rollo, de las otras ya hablaremos y nos no ofreció un menú concertado, o mejor dicho nos ofreció un menú desconcertado... o quizá nos desconcertó a nosotros con un no menú que no nos dejó concertar. Vamos que nos invitó a otra cerveza y a otro platito de chorizo picante para que ocupáramos nuestras cabecitas en otros menesteres que él se encargaba el vienes de ponernos lo que le diera la gana. Así, sin temblor de pulso. Sin anestesia. El toro por los cuernos.

1 DAY BEFORE

Nos concentramos en un hotel cercano, todo el día cuidándonos para lo que se avecinaba. Desayuno a base de café colombiano recién molido, ensalada de frutas y cava. Spa. Masaje. Jacuzzi. Masaje. Frugal almuerzo con pescados y mariscos de la zona regado con Pesus del 2005. Descanso en los palafitos situados en la playa. Circuito termal. Cena. Una botella de Macallan 1926 para coger bien el sueño y... eso, nos despertamos del sueño, a trabajar y pasar el jueves como mejor se pueda.

D-DAY

Una vez desembarcadas las tropas en la playa de Valdelagrana nos reunimos en un local cercano, por aquello de llegar todos juntos, en tromba, para impresionar. Y allá fuimos. A Juan Antonio ya no le sorprende nada, nos recibió a puerta gayola. Ocupamos sitio al fondo del comedor, pequeño pero muy agradable, al lado de la cristalera y tras saludos y presentaciones comenzó el desfile.

Migas, ahora sí, con chorizo y tocino, para abrir boca. Sueltas y sabrosas.



Continuamos con una cecina leonesa sutilmente regada con un buen aceite de oliva y ralladura de queso, la justa, la cecina es la protagonista.


Croquetas caseras de bonito, Chicote, aquí hay competencia croquetil.


Un untable de morcilla, no me atrevo a llamarlo paté, no lo era, pero se le parecía, picantito, sabroso y curiosamente más ligero de lo que suena, rodeado de tostitas preparada para cumplir su función portadora.


Las alcachofas. Las alcachofas casi merecían un artículo propio, si no fuera por ser un producto sencillo y una elaboración también aparentemente sencilla... eso sí habiendo dado en el clavo en cada paso andado en esa cocina de las mil maravillas que tiene este restaurante.
Por fin sacó la ensaladilla de coliflor, perdón, Dña. Ensaladilla de Coliflor, quien lea esto que vaya a probarla, aunque no le guste la coliflor, aunque no le gusten las ensaladillas, aunque no le guste la coliflor ni la ensaladilla. Una birguería ¿Porque no lo sacó al principio como quizá cabía esperar? Juan Antonio es perro viejo, el sabrá.
Calamares de potera, sanluqueños ellos, dulces, bien fritos, ni gota de aceite, como le arrimes un limón alguien te dará con el tenedor en la mano por asesino.

Callos a la madrileña, picantes e intensos, labios pegados, espectáculo ¿el toque de la casa? La ñora, no todo el mundo en Madrid lo hace pero los que sí, usan pimiento choricero, la ñora le dio a este plato un dulzor diferente, agradable pero claramente distinguible.

Aquí Juan Antonio destapó la caja de Pandora (otra vez), uno de nuestros queridos comensales no es amigo de los callos, nuestro anfitrión, al que no se le escapa una, se percató y procedió a servirle unos calamares en su tinta con arroz. Y él los dio a probar a sus compañeros de mesa. Y se acabaron los callos. Y hubieron de traer más calamares en su tinta. Y nos los comimos. Y hubiéramos seguido con este ágape si no fuera por la pura limitación física de nuestros estómagos. Y si, lo que se ve en la foto es un maridaje con Gin Tonic suave... para desengrasar, una idea a priori excéntrica y de facto genial.

De postre arroz con leche casero y helado de mango con algo que parecía pero no era helado y que en el momento de escribir estas líneas sigo sin poder describir pero que estaba riquísimo. Bueno, habrá que volver para enterarse de que era.


El resto de la reunión prosiguió como debía, pero esa es nuestra historia y para nosotros queda.

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