REAL CLUB NÁUTICO DEL PUERTO DE SANTA MARIA
CONCURSO DE PAELLAS Y ARROCES JUNIO DE 2013
Cierto es que la competitividad la lleva uno dentro o no la lleva...igual que la cocina...así que si se junta, nunca mejor dicho, el hambre con las ganas de comer, pues cuando te quieres dar cuenta te estás apuntando a un concurso de paellas y arroces o a un campeonato de golf en el Himalaya, a elegir.
El día que recibí el correo electrónico, para algo sirven estos móviles tan fantásticos y que generalmente no te dejan ni echar la siesta entre silbidos, tonos y traqueteos, me encontraba con las compañías habituales, miembros de esta Sociedad Gastronómica y esposas. Leí el cartel recibido bajo la mirada inquisidora de alguno especialmente molesto con las tecnologías y solté un "chicos nos apuntamos a un concurso de paellas". La mirada inquisidora se tornó socarrona, no era broma ¡Nos presentamos al concurso, compañeros!
Lo tenía claro, íbamos a ganar, si no te quedas en tu casa cocinando para los colegas, que son los mejores comensales del mundo, y a hacer puñetas. Un par de alicantinos, hermanos ellos nos acompañaban, mi amiga Manoli con la que tengo un personal pique culinario y un montón de gente para arroparnos y jalearnos (e incluso opinar). No podía fallar.
En fin, que haciendo memoria de un fantástico arroz con costra que degusté en Las Rozas, años ha, adapté recuerdos e ideas y me/nos pusimos en marcha, sin pensar en la costra, claro. La noche anterior, garbanzos en remojo para al día siguiente cocinarlos con hueso jamón, chistorra, morcilla y verdura. Garbanzo y caldo, pondrían rumbo al Club Naútico en breve. Pimiento choricero, tomate deshidratado, tomate, pimiento verde y rojo formaban parte del cargamento adicional. Los polizones: Chistorra, longaniza blanca, chorizo, pinchitos de pollo...Ajo, aceite y sal sus cómplices. En el camarote, el arroz. Patatas fritas en ruedas, el equipaje.
Bueno, pues con todo esto y los ingredientes secretos, que siempre los hay y más cuando se afirma tajantemente que no, atracamos en el lugar a asignado para los improvisados cocineros y nos pusimos, espumosa en mano, a la obra.
Nuestro arroz en plena ebullición |
El ambiente buenísimo, una jornada divertida en las que cruzamos tantas miradas furtivas como descaradas con los arroceros de alrededor... aflójale a ese la tapa del salero, se escuchaba por allí... escóndele el arroz a aquel... se oía por allá... ¡está removiendo el arroz!... soltó un levantino... pero, pero... ¿que está haciendo aquel? comentó alguien a lo lejos y entre risas y mientras le apagaba el butano al vecino. Pero entre broma y broma, colaboración, préstamos de aceite y cucharas de madera entre carcajadas y ganas de pasar un buen día.
En primer plano, uno de los premiados |
Comentábamos que si juntas a veinte millones de cocineros, salen veinte millones de paellas distintas, lo cierto es que bastó con un vistazo rápido a nuestros compañeros de cocina para reconocer esta verdad suprema en silencio. Coloridos, aroma, texturas, decoraciones.. .para todos los gustos.
Juan Carave contemplando su obra |
Poco a poco, se acercaba el momento de la verdad ¡Hay que emplatar que se lo llevan! Madre mía ¿estoy en Master Chef y no me enterado? ¡¡Yo pensaba que meterían la cuchara y darían paso atrás!! ¡que alguien me cambie la cervecita por cazalla con orujo y anís!
Bueno, pues ya está, que sea lo que sea... ¡pero ganar mejor que otra cosa! Tras una ronda, cuchara en mano, por las paellas vecinas, nos dimos cuenta de que iba a estar reñido. Había mucho arroz, muchas ganas como ingrediente, mucho ingrediente y muchas ganas de divertirse, así que cualquier compañero de singladura era, además, feroz oponente.
Como solo cabía esperar, pues nos pusimos a comer y repartir nuestro peculiar arroz y, por supuesto, los ajenos. Gambas, gambones, almejas, almejones, mejillos y mejillones por doquier. Caracoles. Pollo, cerdo y hasta ¡carne picada!, que por cierto me sorprendió gratamente. Arroz negro, amarillo, rojo, con pimientos, sin pimientos y con pimientos...en casa olvidados. De todo y todo bueno.
...la de la carne picada, muy buena y original. |
Llegó la hora de la verdad y la verdad fue que tres buenos arroces se llevaron sus merecidos premios, una clásica, un negro y el de los caracoles. Los demás un montón de risas, al principio forzadillaaaas, y una promesa: Volveremos.
Mención a Antonio y a su personal, estupendos como siempre. Y gracias a la organización, que no se me olvide....¡que me tengo que volver a presentar! .
Emilio López Asencio